El cura
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El poeta y novelista Thomas M. Disch (1940, Iowa) es un viejo conocido para los amantes de la ciencia ficción y también uno de los escasos autores del género cuya fama supera sus estrechos límites. De hecho, su obra cumbre, la impresionante distopía En alas de la canción, donde presenta unos Estados Unidos del ¿futuro? dominados por el puritanismo y el fanatismo religioso (fue publicada en 1979, en vísperas del triunfo electoral de Ronald Reagan), fue incluida por Harold Bloom en El Canon Occidental.
El propio Disch afirmó que se inspiró para escribirla en la experiencia que significó crecer en el medio Oeste norteamericano habiendo elegido tan difíciles opciones vitales –la literatura, la música- y sexuales –es declaradamente homosexual-, lo que también explica que sus historias suelan presentar a individuos aislados que tratan de mantener su integridad espiritual en sociedades alienadas y hostiles.
No obstante, en las últimas dos décadas, su obra ha dado un giro, abandonando la ciencia ficción y pasando a escribir una serie de retorcidas novelas de terror, la última de las cuales, El Cura, editada originalmente por Berenice, acaba de salir en bolsillo. El argumento de El Cura es tan desmedido que resulta complicado no creer que nos hayamos ante una parodia de la novela gótica tradicional.
Por un lado, algunos elementos conservadores de la Iglesia católica deciden pasar de la protesta a los hechos en su campaña contra el aborto, creando un centro de reclusión para jóvenes embarazadas de familias pías. Por otro, el padre Bryce, un sacerdote de una parroquia de Minneapolis con turbios impulsos pedófilos, viaja mentalmente en el tiempo hasta el siglo XIII, intercambiando su personalidad con el obispo Silvanus de Roquefort, un sanguinario inquisidor.
Y además, por si faltaba algún otro ingrediente, nos encontramos con una grotesca secta, los receptivistas, formada por supuestos abducidos por extraterrestres…
El talento de Disch hace que esta novela sea tan subversiva y transgresora como divertida, además de tocar unos temas de plena actualidad, como son los escandalosos casos de abusos sexuales a menores por miembros del clero descubiertos en Estados Unidos y establecer un, como mínimo, provocador paralelismo entre las campañas de los grupos antiabortistas y la persecución de los herejes en el medievo.
Una lectura que sólo sería poco recomendable para los miembros de la Conferencia Episcopal.
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