Esta Selección no tiene remedio
Por Gustavo Veiga
Entre esos locos bajitos de Messi, Agüero y Lavezzi, y el centro a la olla para los lungos Palermo y Schiavi, la Selección sigue gastando la plata en remedios.
En zona de repechaje o, lo que es igual, cuesta abajo desde el 6-1 en Bolivia, Maradona ya usó distintos brebajes, sin resultado. Incluso, el juego empeoró. Como si la medicación hubiera estado contraindicada en un prospecto que sólo el técnico entiende.
Argentina volvió a perder y acumuló la tercera derrota al hilo. Pero lo que es peor, no se sabe a qué juega. O sí: se sabe que juega mal, muy mal.
Es una certeza que venía camuflada por el síndrome de la altura (cuando cayó en La Paz y Quito) o la chapa casi siempre ganadora de Brasil. Con lo de anoche en Asunción, la Selección encima quedó desnuda. Ya no puede disimular los rollos, ni el acné, ni las arrugas.
Está fuera de forma. El problema es que sus males nacen en la cabeza y continúan hasta los pies.
A Maradona se lo nota más confundido que a sus jugadores. Sus muecas, su mirada perdida en pleno partido simbolizan su desconcierto. El es la cabeza y falla. Se nota en los cambios de apuro: de táctica, de jugadores, de variantes precipitadas en un mismo partido más por las urgencias que por las convicciones.
En el verde césped, sus intérpretes también fallan. Individual y colectivamente.
Paraguay, un rival más voluntarioso que lujoso, ya se clasificó para el Mundial. Se lo ganó en buena ley. Argentina, con pretensiones de equipo lujoso (por sus nombres y cotizaciones, claro, pero no por su juego), fracasó con la excepción del arquero Romero.
Messi volvió a empecinarse en comenzar y terminar cada jugada, a Verón lo expulsaron por una irresponsabilidad, la defensa fue un colador en el primer tiempo, Mascherano y Gago nunca controlaron la pelota en la mitad de la cancha y el resto se perdió en el descontrol colectivo.
Así, Sudáfrica quedó un poco más lejos. Y no quedan más remedios en el stock de esta Selección a no ser que juegue mucho mejor. Con Maradona y estos futbolistas. Porque alternativas no sobran. Y ya se gastaron casi todas.
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