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sábado, 19 de septiembre de 2009

La perversidad de ganar cueste lo que cueste

Hay futboleros que recuestan sus ilusiones en sucesos que no tienen nada que ver con la pelota sino con trapos sucios para que Argentina no quede afuera del Mundial.

Por A. Wall
19.09.2009

Hace unos días, variopintos periodistas deportivos, conducidos por Alejandro Fantino, discutían en la TV acerca de la posibilidad de que la Selección quedara afuera del Mundial.

Uno de los panelistas, Carlos Mac Allister, ex futbolista devenido empresario, apenas dejándose escuchar entre el griterío, lanzó que “los de afuera también deberían hacer algo”. Y ante el pedido de Fantino, sólo explicó que, por lo menos, habría que asegurarse que los árbitros no cobraran en contra.

Se entendía de qué hablaba.Si tan sólo fuera la idea de un trasnochado no merecería ni una línea de esta columna, pero alguno podría decir que cada pueblo tiene a los panelistas que se merece: en los últimos días han aparecido, colgadas de la desesperación, estas propuestas.

Futboleros que hacen cuentas en el aire, recuestan sus ilusiones en sucesos que no tienen nada que ver con la pelota sino con trapos sucios que circulan en edificios que están lejos de las canchas.

Que Grondona tiene mucho peso en la FIFA; que va a poner las cosas en su lugar; que Blatter y el marketing no se van a bancar un Mundial sin Messi; que Maradona también vende mucho, y –ésta es la preferida en taxis, mesas de café o mensajes radiales– que Uruguay podría llegar sin chances y entonces tendrá la obligación de devolver el supuesto favor que le hizo la Argentina ocho años atrás.

Es la misma sociedad que luego, tan hipócrita, llama ladrones a los dirigentes, vendidos a los futbolistas, cagones a los técnicos, entre otras verdades, como que los políticos son todos corruptos, apelación infaltable de la clase media.

Esto es, también, un producto de muchos años de discurso único, sostenido por un monopolio televisivo que hizo migajas cualquier voz que se opusiera a la idea de ganar cueste lo que cueste, convertido, de tanto ser repetido, en una de las cancionetas preferidas de las hinchadas.

Así quedamos con tanta miseria, intentando que las cuentas nos cierren sin importar las formas, escuchando cómo algunos hacen que hablan de fútbol pero que, envueltos en la impunidad, trafican otras perversidades.

Habrá que resistir.

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