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martes, 21 de julio de 2009

De la Cocina eres y a la cocina volverás ( Suplemento La 12) Página 12, 5ta. Parte

De la cocina eres, a la cocina volverás

Así como las falsas gurúes de la sexualidad nos señalan cómo comportarnos en uno de los principales cuartos de la casa –el dormitorio–, pareciera que el diseño llegó para repatriarnos a nuestro lugar de origen.

Como si quisiéramos que la cocina sea nuestro “cuarto propio”. Qué dirá Virginia Wolf desde su tumba.

Quizás ría.

En www.espacioliving.com, por ejemplo, al revelador artículo

“Qué poner en la mesa ratona”, le sigue “Convertí la cocina en el centro de tu casa”.

En él, un arquitecto explica: “El estilo de vida informal y la necesidad de simplificar las cosas nos permiten recibir gente en la cocina, lugar que hasta no hace tantos años era sólo un área de servicio. Hoy es considerado el corazón de la casa”.


En la misma línea, Clarín publicó una investigación del Instituto Nacional del Envejecimiento estadounidense. “Algunas tareas hogareñas son buenas para sumar esas dos horas de actividad física diaria que se necesitan para estar saludable”, descubría. En su enumeración subrayaba la utilidad de “pasar la aspiradora o limpiar ventanales”.


Si es que el diseño es inimputable y está para hacernos las tareas doméstica más felices, ojalá algún día el oficio se solidarice con otra causa: ¡promover la equidad de las tareas domésticas! Mientras tanto, si tenemos ayuda es paga, y como escribió Lucy Kellaway en el Financial Times:

“Lo bueno de nuestra empleada doméstica no es que ordene las cosas, sino que evita que odie a mi marido”.


En los años ’50, en pleno boom en EE.UU. por los electrodomésticos, Clarice Lispector escribía columnas en revistas femeninas brasileñas.

En “Limpar a casa e ficar bonita”, ironiza sobre una supuesta amiga que friega y se somete a un tratamiento de belleza al mismo tiempo.

“¿Es sabia o está loca?”, dispara Lispector, y relata.

1) Antes de empezar se despinta las uñas, se embadurna con crema y se pone guantes de lavar los platos. Al terminar, las manos están listas para el nuevo esmalte.

2) Antes de hervir alimentos y lavar con agua caliente se pasa una buena crema en la cara (nada mejor que el vapor de agua para tonificar la piel).

3) Rescata unos huevos de la heladera y... al pelo. “De vez en cuando, para el trabajo y respira profundamente. Así, además de descansar, tonifica su cuerpo.”

La escritora insiste: “¿Sabida ou maluca?”.

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