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domingo, 19 de julio de 2009

Indignación de Philip Roth (Tercera parte). Por Juan A. Gonzalez Fuentes

Como muchos de los grandes maestros en el arte de contar historias (Faulkner, Proust, Kafka, Borges...), Roth ha construido su propio mundo, su propio universo narrativo y no tiene la más mínima necesidad de salir de él

Como no puedo desvelar el final de la historia, y así establecer más serias conclusiones, insistiré sólo en lo más evidente.

Philip Roth ha escrito una narración corta en la que hay personajes, situaciones y escenarios físicos y espirituales muy presentes, e incluso muy reconocibles, en muchas de sus páginas anteriores. Incluso la trama más en primer plano de Indignación es muy semejante, como ya se ha dicho más arriba, a la de alguno de sus primeros títulos.

De nuevo nos encontramos ante las tribulaciones de un joven judío norteamericano que representa o simboliza una especie de limbo social y cultural incrustado en la historia norteamericana de la segunda mitad del siglo XX.

¿Estamos pues ante una repetición senil y cansina de historias ya contadas? ¿Reescribe Roth viejos títulos, manoseadas historias porque ya no tiene nada que decir? Quien haya leído hasta aquí quizá pueda pensar que las respuestas a estas preguntas son afirmativas.

Pues no. Como muchos de los grandes maestros en el arte de contar historias (Faulkner, Proust, Kafka, Borges..., sin necesidad de ir mucho más lejos), Roth ha construido su propio mundo, su propio universo narrativo y no tiene la más mínima necesidad de salir de él.

Y así, a golpe de contar muchas veces casi la misma historia, o historias parecidas, semejantes, pero situando el enfoque, la perspectiva, los distintos objetivos de su percepción en distintas posiciones, Roth ha ido construyendo su propia versión del mundo (de un mundo muy particular), y a la vez, una historia de los EEUU de la segunda mitad del siglo XX, o mejor dicho, ni más ni menos que una interpretación de la historia de los EEUU desde la perspectiva particular de un tipo muy especial de ciudadano, de narrador de historias: un intelectual judío.

Y en efecto, si uno lee seguidos los relatos que integran Adiós, Columbus, y luego Elegía, Sale el espectro y esta Indignación que aquí nos convoca, llegará muy probablemente a la conclusión de que las voces/vidas protagonistas de estos libros son parientes entre sí, habitan los mismos lugares, casi las mismas épocas, les suceden cosas semejantes, tienen parecidos sueños, anhelos, desgracias, historias familiares, principios y finales...

Y en todos los casos, son historias que logran plantar en la sensibilidad e inteligencia del lector un poso, una semilla que va creciendo poco a poco, pero de forma inexorable, hasta echar raíces sólidas e inconmovibles. Indignación es una prueba más, otra, de la grandeza de un escritor ya para y en la historia: Philip Roth.

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