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lunes, 20 de julio de 2009

Las Derechas, por Sandra Russo de Página 12 - Segunda Parte

Es un poco difícil escribir esto.

Mejor admitirlo: esto está escrito con miedo.


Nunca subestimes el poder de los grandes medios.

Ni el reagrupamiento de las derechas latinoamericanas ni sus estilos sanguinarios, ni la ceguera de su ira.

Me gustaría saber qué piensan de derechos humanos los candidatos electos.

A los periodistas de los grandes medios el tema parece no importarles.


No creo en las corporaciones y mucho menos en la corporación periodística.

Hay colegas a los que respeto y otros a los que desprecio. Soy igualmente correspondida, aunque a muchos periodistas que compartimos una lectura de la realidad que no coincide con la de los grandes medios, ningún medio privado nos dará nunca trabajo.

La libertad de prensa hace rato que no existe. Los periodistas de los grandes medios son libres toda vez que replican sus líneas editoriales.

Ninguno interpelará a Macri o a De Narváez sobre los juicios pendientes a represores. Sobre todo los que se pregonan como de “centroizquierda” evitarán poner en evidencia sus propias contradicciones.

Pero volvamos a los Vargas Llosa. Que siempre han sido lo más recalcitrante de la derecha. Lo que dice el más joven es que “los pueblos” están habilitados a derrocar a gobiernos democráticos si éstos no se limitan a la alternancia del sistema, y lideran procesos relegitimados por el voto popular.

Quedan preguntas, muchas preguntas válidas e interesantes en este continente históricamente aplastado.

La democracia por la que tanto hemos luchado corre riesgos, ahora sobre todo el de representar un valor ético cuando lo que oculta es la reacción del poder ante otro avance de las “masas”, las “turbas”, las “hordas”. Por liderar a “una turba” fue que derrocaron a Manuel Zelaya. Ese golpe en tres días dejó de ser “tan” golpe para los grandes medios.

Hay muy buenos reportajes en CNN, firme junto a la posición de Obama, que no es Bush y ahora se nota. Pero en TN, Juan Miceli primero habló de un “golpe que había que condenar” y se indignó de ver a un militar hablar desde un estrado, y al día siguiente ya dijo que “Zelaya tampoco. Después de todo terminaba su mandato en enero”.


Son necesarios límites. Andariveles. Saber cuál es la avenida por la que transitamos los que realmente, desde muchas posiciones ideológicas o políticas, creemos que el voto es soberano, y aceptamos triunfos y derrotas como parte de las reglas del sistema.

Hay otros, y son muchos, que creen en intereses superiores a ese voto.

Y nunca es la libertad.

Nunca es el bien de la nación. Nunca es la democracia. No se defiende a la democracia atentando contra el voto popular. Y es bueno plantearlo ahora y dejarlo escrito. Ahora que el voto popular premió a Macri y a De Narváez.

Ese voto adverso también es soberano.

Pero seguirá siéndolo gane quien gane.

Si hay que acordar, es un buen punto.

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