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lunes, 20 de julio de 2009

Las Derechas, por Sandra Russo de Página 12 - Primera Parte

El país Sábado, 4 de Julio de 2009

Opinión

Las derechas

Por Sandra Russo

Alvaro Vargas Llosa está diciendo claramente lo que hasta hace poco se evitaba decir: que el gran peligro ahora para América latina no son los golpes de Estado clásicos, sino los presidentes que asumen constitucionalmente pero, una vez en el gobierno, quieren perpetuarse en el poder.
Pienso en Chávez, naturalmente.

Hace poco Alvaro Vargas Llosa estuvo en Venezuela y hubo mucho revuelo periodístico por una supuesta detención en el aeropuerto.

No hubo tal detención, y la demora tampoco fue tan larga (dos horas él y una hora y cuarto su padre) como para llamarla “retención”.

Sin embargo, los grandes medios de América latina trataron esos dos episodios (los Vargas Llosa iban a un coloquio “demócrata” antichavista, el polo de pensamiento que inspiró hace ocho años un golpe de Estado que tuvieron que desandar) como si realmente hubiesen sido detenidos o por lo menos retenidos.


En los grandes medios, los periodistas siguen llamando a los Vargas Llosa “demócratas”. Y al antichavismo también. Puesto que están contra una “tiranía” o una “dictadura”, el planteo es que los que defienden la democracia son ellos.

Bien:

Vargas Llosa está diciendo claramente algo que hay que poner a consideración con la mayor amplitud y la menor obcecación:

Los presidentes elegidos democráticamente (Chávez, Correa, Evo; Kirchner iba en camino de sumarse al grupo, pero el repentino y virulento antikirchnerismo acaba de derrotar en las urnas al kirchnerismo) que plantean no un gobierno sino un proceso, deben ser derrocados, //

puesto que la sola idea de reformar las respectivas constituciones para permitir, aun con un sistema electoral transparente, su eventual continuidad, es elevada por estos ideólogos al rango de “nuevos golpes de Estado”.

A esta altura, es necio no admitir que una crisis política de proporciones está llegando a la América latina que intenta emerger como una región con voz propia y que las respectivas burguesías conservadoras y liberales son los motores de los nuevos ánimos golpistas.

En los grandes medios, incluso algunos periodistas que insisten en definirse como de “centroizquierda”, estas cuestiones no se hablan ni se hablarán porque el poder discursivo ya les aplanó los análisis: acá nadie es “golpista”, los que hablan de climas “destituyentes” son idiotas a sueldo del gobierno.

“Centroizquierda”, cabe aclarar, es una palabra con la que se define también y sin que nadie se asombre el Acuerdo Cívico, que tiene a Carrió como líder, aunque parece que también perderá ese liderazgo a manos de Cobos.

Para el caso, da lo mismo.

Quiero decir:

Todas las categorías que conocemos ya no nos dicen nada.

Los significados han mutado.

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