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lunes, 20 de julio de 2009

Evita Global - Segunda Parte

La imagen de la ’Evita’ mercantil reapareció otra vez en las noticias culturales del Reino Unido el año pasado, 2006.

Si bien no con la misma fuerza que en los años setenta, ni en filmes especialmente comisionados por Channel 4, ni mucho en las revistas de los diarios del domingo, ni en Top Of the Pops como fue el caso en 1996-97, cuando estaba detrás el poderío comercial de Madonna, actriz principal del film basado en el musical Evita.

Como es sabido, este musical inglés que ha ganado casi todas las competencias, pues se ha mantenido muy largamente en cartel alrededor del mundo, está basado en los libretos elaborados por la derecha para la campaña por la segunda elección del Gral. Perón para la presidencia de la Republica, Argentina.

O sea, que el hilo argumental del musical Evita sigue la biografía estándar por entonces de María Eva Duarte de Perón, escrita por una británica que vivía en Buenos Aires, quien lo firmó con el pseudónimo de María Flores. El libro, que se cree fue comisionado originariamente por el Departamento de Estado de EEUU, fue titulado Evita:

The Woman with the Whip (Evita, la mujer del látigo), y publicado primero en Nueva York.

El mismo ha sido usado desde entonces, como una Biblia de los grupos más antiperonistas, para desacreditar a Eva Perón, a pesar de que esta estaba ya bajo el peso del cáncer terminal...

Todo lo anterior nos da una vaga idea de la importancia que tenia Evita en el escenario de la política internacional. Su segunda edición se vendió muy bien en el Reino Unido, en 1977, profitando también así, del enorme éxito de público del deplorable musical Evita.

El musical luego se presentó por años, aquí en GB y en el extranjero, e incluso en la cima de su popularidad, fue puesto en escena en el verano de 1998 como un musical abierto y al aire libre, en un gigantazo parque en Colchester, Essex, Reino Unido.

La obsesión con Eva Duarte prosiguió, y como ha sido explicado por Fraser y Navarro, coautores de un libro serio sobre la Evita local, en 1982 Faye Dunaway fue la principal actriz de una película hecha por NBC para la televisión, la que, aunque basada en parte en su libro, no oculta según ellos el hecho de que sus productores prefirieron apoyarse en las más conocidas manifestaciones de que llaman ’el mito negro’ —la prostitución, tan gráficamente descrita como fuera posible, dada la carencia total de datos reales, los submarinos cargando oro nazi para los Perón, etc.

Ya por entonces se comenzó a rumorear que había planes para hacer una versión fílmica de la primera producción británica importante que logró quebrar la barrera de Broadway, imponiendo con ello un nuevo estilo internacional de musical.

Y así, una película basada libremente en el argumento del musical, pero un poco más pimientosa, con ideas de Stone y Parker fue estrenada. Como sabemos, Madonna hizo el papel de Evita.

Che es otro de los dos personajes más importantes en ambos, musical y película de Parker. El otro es el esposo de Eva Duarte, el general Juan Perón.

Este Che, que en la vida real fuera el legendario Ministro de Industria de Cuba, el revolucionario cubano/argentino Ernesto Guevara Lynch, es quien narra el film.

En la película él aparece como un comerciante que vende pesticidas, y se aduce que lo pusieron para añadirle glamour a la película. A mi juicio, él aquí representa a los hombres antiperonistas argentinos de distintos sectores y clases sociales.

Hombres que, en general y sobre todo, deploraron y deploran la carismática relación de Evita con los hombres y mujeres de las clases trabajadoras; su amistad con hombres homosexuales como su principal peluquero, y /o con poderosos judíos tales como Yankelevich, tanto como sus amoríos con oficiales del ejército, y/o del servicio secreto de la presidencia, o su solidaridad con hombres claves de la cultura tanguera, como Magaldi y Discépolo.

Pero por encima de todo, en la Argentina de aquel entonces muchos hombres, especialmente de las clases medias, estaban realmente asustados del nuevo estatus que Eva Duarte había adquirido luego de convertirse en la esposa de Perón, un oficial, como ella, inteligente, disciplinado, carismático y muy ambicioso; un matrimonio que debió realizar debido a que la constitución nacional del país, que provenía del siglo XIX, exigía que el Presidente fuera casado y católico.

Del día a la noche, entonces, Evita pasaría de ser una locutora muy exitosa a ser la atractiva, vivaz, joven Primera Dama, por entonces hasta bendita por la jerarquía de la iglesia católica con el sacramento matrimonial.

La posición que se le otorga al Che en el musical es absolutamente improcedente, pues si bien es verdad que ambos, Evita y Ernesto, fueron contemporáneos, sus destinos de clase, género e ideología no se cruzaron nunca.

Él era completamente desconocido en su país, como cualquiera que vio la película El diario de una motocicleta lo sabe, y no había desarrollado todavía una conciencia social compatible con su posterior rol de intelectual orgánico, cuando ella estaba ya en la cima de su corta y meteórica carrera política.

Che Guevara salió la primera vez del país poco antes de la muerte de Evita, siendo todavía un típico exponente de su clase: un joven estudiante de clase media alta, ávido de conocer el mundo como lo hacían o querían hacerlo tantos otros estudiantes de su edad, en lo que entonces se conocía con el nombre de ’viaje de estudios’.

Evita, en cambio, por entonces ya había comisionado a través del Príncipe de Holanda 5000 ametralladoras con las que deseaba armar a un contingente popular en caso de que hubiera un levantamiento armado contra la presidencia de su marido.

Por entonces, el Che ni siquiera se planteaba la lucha armada, pues pertenecía al sector de estudiantes que se llamaban a sí mismos/as reformistas, generalmente hijos/as de familias antiperonistas, y no atraídos/as por las ideas del populismo burgués de su marido y de ella, sino más bien por la larga tradición de los discursos de derecha o de izquierda de distintos matices, que existían en Argentina al final de los 40 y a los cuales adherían los estudiantes más rebeldes y acomodados, de ambos lados del espectro político.

Por entonces estos no se planteaban, como lo harían muchos desde el final de los sesenta, entrenarse en los principios de la lucha armada, idea que florecería con fuerza recién a la luz del triunfo popular encabezado por grupos guerrilleros de avanzada y que tomaron el poder en Cuba en 1959.

Pero claro que la realidad histórica es, para los vulgares vendedores de fantasías, como los rices, parkers, madonnas y compañía, solamente algo ’marginal’ a sus historias centrales de cuentos de hadas, brujas y trabajadoras del sexo.

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