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domingo, 19 de julio de 2009

Indignación de Philip Roth (Primera parte). Por Juan A. Gonzalez Fuentes

Philip Roth: Indignación

(Mondadori, 2009)

Por Juan Antonio González Fuentes, lunes, 04 de mayo de 2009

Durante estos últimos años el gran Philip Roth ha dado a la imprenta, preferentemente, nouvelles, es decir, novelas breves o relatos de una extensión mayor de la habitual.

Títulos como Elegía o Sale el espectro, publicados ambos en español por Mondadori, vienen a confirmar de alguna forma dicha impresión. Lo último en nuestro idoma del que para muchos es el mayor narrador norteamericano del presente, Indignación, es también una nouvelle, también la ha editado Mondadori, y también presenta puntos en común y muy reconocibles con gran parte del resto de su abundante obra.

Indignación está contada en primera persona por un muerto, por un fantasma. El muerto se llama Marcus (“Markie”) Messner. Marcus, ante de morir, era un joven judío norteamericano de 19 años a comienzos de los años 1950, cuando los EEUU están en guerra contra el comunismo en Corea.

Marcus vive y estudia en la misma ciudad en la que nació, la misma de Philip Roth, es decir, la ya inevitable Newark, New Jersey, geografía espiritual y física esencial en la construcción del universo de nuestro escritor. Marcus es un chico en apariencia absolutamente normal para su época, su edad y su cultura y religión.

Su padre es un carnicero judío que ha trabajado durísimo toda la vida para poder proporcionar a su hijo una aceptable educación. Marcus, más joven, ayudaba de vez en cuando a su padre en la carnicería y llevaba, repito, la vida que de él se esperaba.

Las aspiraciones de Marcus pasan por sacar espléndidas notas que le permitan acabar la carrera de leyes y trabajar en algún despacho de abogados que le permita vivir una vida más acomodada y prestigiosa que la de sus padres.

Sin embargo, cuando comienza a estudiar derecho en la universidad de su ciudad natal, su padre experimenta un preocupante e inexplicable cambio de conducta que lo empuja, ante la estupefacción de esposa e hijo, a controlar con histérica preocupación y congoja todos los pasos de Marcus para evitar que se “descarríe” y acabe sufriendo las funestas consecuencias de esa pérdida del camino.

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