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lunes, 20 de julio de 2009

Jorge Amado - Archivo -La Onda Digital - Parte Uno - Traducido por Carla

Jorge Amado:

"Escribir para mi es una cosa que forma parte, que está dentro de mi"

por Julia Galemire

"Ochenta años vividos intensa, ardientemente, cara a la vida, en plenitud.

Mi creación novelesca deriva de la intimidad, de la complicidad con el pueblo.

Aprendí del pueblo y de la vida, soy un escritor y no un literato.

Realmente soy un obá, en la lengua iorubá de Bahía, obá significa ministro, anciano, sabio: sabio con la sabiduría del pueblo".

Así se confesaba Jorge Amado, cuya muerte ha enlutado a la literatura de nuestro tiempo, en una de las páginas iniciales de uno de sus últimos libros, "Navegación de cabotaje", al que él, con la gracia que le era peculiar, subtituló, "Apuntes para un libro de memorias que jamás escribiré".

Y líneas más abajo agregaba:

"No nací para famoso ni para ilustre, no me mido con tales medidas, nunca me sentí escritor importante, gran hombre: sólo escritor y hombre", y completaba su breve autoretrato... "donde quiero que yo esté no paso de ser un simple brasileño que va por la calle, viviendo...".

Una perspectiva existencial que en algún modo, no reflejaba la realidad, porque si hubo brasileños famosos e ilustres, Jorge Amado fue uno de ellos.

Nacido en una hacienda de cacao de Ferradas, un distrito de Itabúna, municipio de Bahía, Amado realizó estudios de manera normal y sus primeros encuentros con la literatura lo fueron con los escritores brasileños e ingleses y por supuesto, con los portugueses.

Vinculado a grupos de jóvenes intelectuales desde su adolescencia, en 1928 se unió a la llamada Academia de los Rebeldes, que había levantado por la época, la bandera de un antimodernismo, intento de sepultar el pasado pleno de una literatura vacía y conservadora para entronizar en las letras contenidos de tipo social, como el mismo lo recordó en el libro ya citado.

"No conseguimos barrer de la literatura los movimientos del pasado, no enterramos en el olvido a los autores que eran blanco de nuestra virulencia:

Coelho Neto, Alberto de Oliveira, y en general todos los que habían precedido a la vanguardia", y concluye su mención de aquella aventura intelectual y de fuerte sentido nacionalista:

"Fuimos más allá del insulto y de la bofetada, nos sentíamos brasileños y bahianos, vivíamos en intimidad con el pueblo, y con él construímos, jóvenes y libérrimos en las calles de Bahía".

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