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sábado, 18 de julio de 2009

Al rescate de los jóvenes lectores

Iniciativas audaces

"Nadie habla del lector adulto como categoría universal, pero los pobres adolescentes están condenados a caer bajo la figura de un único lector adolescente, profundamente estereotipado. A muchos seguramente no les interesa lo más mínimo leer, a otros sí; pero no todos los que sí tienen interés leen lo mismo. Todavía hay quienes entran a la literatura por el lado de Salinger, de Cortázar o de Hermann Hesse, tradicionales lecturas adolescentes.

Y otros eligen seguramente otros caminos. Creo que en literatura sólo importa hablar de cosas muy particulares: autores o libros, o modos de lectura, o momentos de lectura; pero que la edad, y los estereotipos que arrastra, es el modo más aburrido de hablar de la lectura."


Estos conceptos pertenecen a uno de los autores más reconocidos de la Argentina, tanto por su obra para adultos como por sus novelas y cuentos para un público juvenil como el que aquí nos ocupa. Pablo De Santis, que de él se trata, es una voz autorizada en este campo y, también, en el de la historieta.

Por eso es bueno prestarle atención cuando dice que "en cuanto a los clásicos juveniles de otra época, era una literatura que buscaba continuamente su legitimación; así, por ejemplo, a fines del siglo XIX Julio Verne buscaba apoyarse en la ciencia para que se vieran bien sus historias; o la historieta, aun en su época de oro, a menudo se ocupaba de trasladar a la imagen obras literarias, para escapar de su lugar de lectura casi prohibida".

Coincide con él Silveyra, cuando advierte que "en todo caso la relación del adulto que lee con la literatura no es siempre la misma: hay períodos de devorar libros, y por eso muchas veces al lector se lo tilda de egoísta, de apartarse de la realidad diaria, de no querer comprometerse".

Laura Giussani, a cargo de la selección de textos para la Colección Alandar de literatura juvenil de Edelvives, señala que "si no hay una familia lectora, o una biblioteca en casa o alguien que regale libros, es muy fácil que se pierdan chicos lectores.

No hay ejemplos sociales que promuevan la lectura, casi diría que está en un lugar de desprestigio. Y entonces, si a los 10 años se pierde el vínculo y por 2 o 3 años se deja de leer, ya en el secundario toda lectura es dificultosa, para entender y para disfrutar".
Hay que buscar, sí o sí, salidas o alternativas novedosas.

En el caso de Edelvives, por ejemplo, se trabaja mucho con literatura realista, es decir, aquella que presenta conflictos de los adolescentes, para que los sientan más cercanos a su mundo; también, con el libro-álbum, porque hasta a los adultos les interesa un libro con imágenes ("Editamos Cyrano de Bergerac, de Rostand, para chicos de más de 10 años, con imágenes conmovedoras, y anduvo muy bien").

Algo distinto encara la muy nueva editorial La Bestia Equilátera en su colección Jataka de cuentos budistas para lectores a partir de los 8 años.

"En realidad -acepta Javiera Gutiérrez, su editora-, esa edad es el punto de partida, porque nuestra intención es que sea un libro para toda la vida. El toro amable, por ejemplo, que tiene como protagonista a Buda, quizá sólo termine de entenderse a una edad muy avanzada, pero siempre le está contando algo a su lector, cualquiera sea su edad."

Y Gutiérrez hace una acotación muy realista: "Un chico de 14 años no tiene dónde buscar en una librería. Para él, hay mesas de cómics, pero no de libros, y en los sectores para literatura infantil el acento está puesto más en la literatura para los chiquitos que para él".

En el caso de Arte a Babor, una muy joven editorial que crece bajo el ala protectora del programa Incuba del Centro Metropolitano de Diseño del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, su directora, la arquitecta y diseñadora gráfica Silvia Sirkis, busca aunar texto e imagen para "descubrir el arte desde chicos".

Con bocas de expendio novedosas (las jugueterías didácticas), Silvia ha logrado despertar el entusiasmo de padres e hijos agradecidos, que le mandan mails con devoluciones acerca de sus textos que proponen misterios (El misterio de la bailarina, un robo en el Museo Nacional de Bellas Artes) o una biografía de un pintor famoso, desde su niñez (A Benito le gustan los barcos, sobre Quinquela Martín, con ilustraciones de Tomi Hadida).

"En Buenos Aires hay un gran movimiento cultural y en arte, particularmente, hay una gran creatividad dirigida a los adultos, pero no hay arte para chicos y mucho menos libros para chicos, que además busquen despertar el interés para después ir a ver la obra. La mirada local es muy importante, y la forma elegida, el cuento, es la que mejor permite este acercamiento." A favor y no en contra.

En lo que concuerdan todos los entrevistados es en estar a favor de los chicos y no en contra (ver recuadro y columna de Ema Wolf). El mundo se ha vuelto un lugar bastante inesperado y engañoso como para darse el lujo de ser asertivo, a la vieja usanza del maestro con la regla lista para ser usada en los nudillos escolares.

Y justamente porque todos aman los libros y la lectura, están seguros de que leer es una de las actividades más importantes de los seres humanos. Por supuesto que siempre se estará a merced de los vaivenes del mercado ("Se toma una veta y se la agota.

Eso fue lo que pasó con Crepúsculo, se descubrió que el amor romántico sigue interesando a los adolescentes", señala Laura Giussani), pero ésa es otra historia, porque siempre hubo mercado, y hasta cuando salió Alicia en el país de las maravillas los comerciantes ingleses aprovecharon para vender muñequitas rubias, conejos blancos y sombrereros locos (y debe de haber habido también pins, pero se los llamaría de otra manera, seguramente).

De manera que se trata de cerrar filas entre familias, escuela, editores, autores y libreros para rescatar, preservar y aumentar el tesoro más preciado: un buen lector.

Vale la pena terminar este texto con una última reflexión de Pablo De Santis. El autor de Lucas Lenz y el Museo del Universo, ante la siguiente pregunta periodística: "Que a los lectores juveniles les interese, aparentemente, sólo Harry Potter o los 4 tomazos de Stephenie Meyer ¿está indicando que sólo la literatura fantástica les da respuesta a sus inquietudes (marketing aparte)?", respondió así:

Desde El señor de los anillos hasta nuestra época, la fantasía ha dominado a lectores juveniles, Y creo que esto ha ocurrido sobre todo por la pérdida de fuerza de la ciencia ficción frente al avance de la tecnología, y porque la fantasía siempre encierra, secretamente, un poder de consolación (un héroe limitado logra superar sus taras gracias a la magia, o a alguna transformación prodigiosa). Algo muy parecido ocurrió con la historieta de superhéroes.

Por otra parte, la fantasía vuelve a instalar la épica (abandonada por la novela del siglo XX) en el centro de la ficción. Así ha vuelto a hablar, con mayor o menor fortuna, del amor, la guerra, la muerte, la amistad. En el mundo de habla inglesa las sagas de fantasía abundaron en la década del 70 a partir de la reedición , en pleno furor hippie, de El señor de los anillos.

Por último: cuando se habla del verdadero lector adulto, no se habla del que leyó una vez El código da Vinci o Coelho; sino que se trata de aquel que lee siempre, que busca en las librerías, que prueba y a veces se equivoca. Creo que debemos hablar también del lector adolescente no sólo como un consumidor de best sellers, sino como alguien capaz de buscar, de probar, de equivocarse. Porque la lectura, más que el acto en sí mismo de leer, es ese ansia que nunca se satisface del todo.

© LA NACION

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