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sábado, 18 de julio de 2009

Hasta luego Bill...( éste artículo tiene un año),pero no pierde actualidad,de Amphibia. 1ª Parte.

William Henry Gates III, Fundador de Microsoft, abandona finalmente su despacho en la compañía tras un largo y anunciado adiós.

Ayer tuve la oportunidad de colaborar un poco con Marimar Jiménez en el correspondiente artículo de Ana Nieto en Cinco Días al respecto, y eso me dio la oportunidad de pensar sobre lo que algunos califican como “el fin de una era”, y sobre los puntos positivos y negativos que la figura de Bill Gates ha tenido en la historia de la tecnología.


Gates ha sido, sin lugar a dudas, una de las figuras más importantes e influyentes en la historia de la tecnología.

Conocí brevísimamente a Bill en Junio de 1991 cuando, prácticamente recién entrado en el Instituto de Empresa, me tocó organizar la concesión del primer MBA Honoris Causa: yo era un chaval histérico con la presión de la organización del evento, y él un joven con aspecto despistado e incluso algo desaliñado.

Más tarde aprendí que la historia de Bill Gates e incluso la de Microsoft se resumía fácilmente en pocas palabras: haber estado allí cuando IBM necesitó algo de ellos, y haber sabido aprovechar la oportunidad de lo que fue ese Microsoft’s Lucky Day

Que tan bien contado aparece en este documental de ocho minutos que suelo utilizar en clase:

La llamada de Jack Sams, su visita a la compañía (donde según él mismo, pensó que Bill era poco menos que el chico de los recados :-) y la petición de desarrollo de un paquete de sistema operativo y lenguaje BASIC para instalar en su IBM PC, que como Microsoft no tenía, adquirió a otra compañía por cincuenta mil dólares, en el mejor equivalente moderno de la venta de la isla de Manhattan por veinticuatro dólares.

El resto, es historia.

Desde semejante mágico momento, embrión de algunas de las fortunas más grandes del mundo, ¿qué cosas cuentan en el activo y cuáles en el pasivo de Bill Gates?

En primer lugar, por supuesto, la visión de una informática diferente: sencilla, barata, al alcance de cualquiera… “un PC en cada casa, todos ellos corriendo Windows”.

Antes de Gates, un proceso de textos como el WordStar o el WordPerfect, o una hoja de cálculo como Lotus 1,2,3 era algo que había que adquirir de manera independiente, con precios fuera del alcance del consumidor medio, y que todos teníamos copiado de un amigo de un amigo de un amigo que conocía a otro amigo que lo tenía en su empresa.

Después de Gates, los programas pasaron a costar una fracción del coste original, se usaban de manera muy sencilla, y venían prácticamente preinstalados en el ordenador que acababas de adquirir. Estratégicamente, una de las visiones más brillantes de la historia de la tecnología.

Apostar además por el volumen es claramente el segundo acierto: los programas de Microsoft estaban disponibles para cualquiera, venían con la máquina, se podían copiar fácilmente sin necesidad de levantar protección alguna, eran baratos…
entender que lo importante no es ganar dinero a corto plazo vendiendo licencias, sino construir la base que te permitirá vender cualquier cosa en el futuro venidero es, sin duda, otra gran visión.

Al cabo de dos versiones, la compañía podía ya ser más rápida y mejor que ninguna otra preparando herramientas para el propio ecosistema que había sido capaz de generar.

Un ecosistema en el que podía, además, evitar la entrada de terceros simplemente negándoles las llaves de las APIs, u ofrecer cualquier prestación que hubiesen visto que los usuarios podían desear.

Un control total, basado en el dominio de la plataforma y en la definición de estándares propios que, de manera automática, se convertían en estándares de facto, que el resto del mercado estaba obligado a soportar e incorporar.

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