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viernes, 17 de julio de 2009

Serguéi Dovlatov

SERGUEI DOVLÀTOV


SERGUÉI DOVLÁTOV, o la prosa de una vida


Ricard San Vicente

Pròleg íntegre de Serguéi Dovlátov Los nuestros.

Ed. Altera, Barcelona 1999./Junio 2009

I
A modo de (largo) epígrafe, o De algunas cartas

Por ejemplo, una carta desde Tallin (Estonia), a principios de los setenta, a una amiga de, entonces, Leningrado: "Con la vivienda las cosas siguen, como siempre, mal: paso la noche en un cuarto de calderas.
Pero es un problema que, en principio, tiene solución.

Un periódico me ofrece 9 m, otro, un apartamento de un cuarto, pero por alguna razón sin baño. Esto me asusta, porque todos mis argumentos los he inventado justamente en el retrete. No exagero, pues de hecho la gente lo pasa mal en el water; corren las ideas, el intelecto se relaja. En una palabra, pronto tendré casa.

Aunque me he pasado dos noches en la estación.

Aquí los escritores son estonios. Cuesta tratar con ellos, son muy mustios. El temperamento de un estonio medio está a la altura de un judío muerto.

Pero son más limpios, más naturales (no que los judíos, sino en general).

Bebo tan poco que no te lo creerías. Aquí no está bien visto (beber mucho).

""Las mujeres formalmente existen, pero no las notas. Tienen un magnífico acento sibilante, pero todas sin excepción son tempestuosa y triunfalmente frígidas (eso significa que no quieren).

Cuentan un chiste como éste: Un georgiano se está trabajando una estonia. Y de pronto ella cierra los ojos. Él: ¿Qué pasa? Ella: Dale, dale, lo oigo todo.

"Me trato con con tres personas. Uno de ellos es médico oncó..." (el final de la carta se ha extraviado).

O ya desde los EEUU a finales de los 70, al poco de llegar:"Estamos en Nueva York. Todo va bien."

Lo principal en la vida americana es su variedad, su diversidad. Aquí hay de todo, desde lo más maravilloso hasta las cosas más repugnantes. Pero decididamente, de todo.

Hay bragas de mujer comestibles. Camisetas con retratos de Jruschov. Un negro vecino va con un gorro de la Caballería roja.

En Brodway he visto a una mujer completamente desnuda con una gabardina de celofán..."Y a los pocos meses: "...

En América hay, claro está, muchas cosas buenas, lo mejor tiene que ver con las tradiciones: la libertad, la buena disposición, el humor, pero nosotros hemos crecido en un país por completo diferente y nos acostumbramos a estas condiciones con enorme dificultad. Aquí la idea de la libertad se defiende con pasión, hasta patológicamente.

Mi vecino puertorriqueño pone una música alta hasta el delirio, pero si yo le hiciera alguna observación, ni siquiera me soltaría una fresca en respuesta; secillamente no entendería lo que le quiero decir, pues mi acto sería un atentado contra su libertad, contra su "privacy". "Privacy" es su palabra mágica, significa "el campo de lo privado" y se defiende con una fuerza titánica.

Te puedes tirar a una tía, pero no le puedes preguntar: "¿qué hiciste ayer", sería transgredir su "privacy".

Katia (su hija -RSV) se ve con un chico, pero yo no sé absolutamente nada de él, es la "privacy" de ella..."Brodsky ha publicado una obra de teatro muy divertida, Mármol, de la vida de la Roma antigua.

Vive digna, decentemente, sin excesos. Yo le debo mucho. En una velada literaria le preguntaron:-¿Es verdad que usted ha mandado los relatos de Dovátov a diversas revistas americanas y que de este modo le ha ayudado a que lo publicaran?Iósif contestó:-En efecto he mandado los relatos de Dovlátov al Newyorker, pero les he mandado a otros veinte escritores, y sólo han publicado a Dovlátov.

Puedo, como no, ayudar a que lo publiquen, pero no puedo escribir por él sus relatos...""Hace poco he leído en las memorias de Ehrenburg que al regresar de París a Moscú quería escribir a sus amigos franceses, pero al final rompía todas sus cartas.

Decía. "Vivíamos en distintas dimensiones". Comprendo muy bien a Ehrenburg. Nada se puede explicar. Todo lo que pueda escribir necesita de explicaciones detalladas y arriesgadas. No puedo explicar si somos felices o no lo somos, si somos ricos o pobres, o por qué no estoy satisfecho de mi situación ...Y unos meses más tarde: "Quiero y respeto América, pero nosotros no vivimos en América, sino en la emigración.

"Y, finalmente, en enero de 1989 (moriría en agosto de 1990):"Hace tiempo que ya no existe aquel escritor que daba sus primeros pasos, al asalto de redacciones y editoriales. He escrito doce libros, cuatro de ellos se han traducido a varias lenguas, tengo contratos para otros tres en varios países, etc.

Por supuesto, no me he convertido en Shakespeare ni en Brodsky, pero hace tiempo que soy un escritor profesional; pobre, como la mayoría de los escritores serios en Occidente, pero del todo respetado, y el volumen de lo escrito sobre mí triplica ya lo que yo mismo he logrado escribir."


II

Serguéi Dovlátov perteneció a la espléndida pandilla de jóvenes escritores que surgió en los 60 al calor del "deshielo", tras la muerte de Stalin, y que prácticamente se esfumó, B,emigró, enmudeció y se disolvió en alcohol,B en los 70. De entre aquellos poetas, narradores e intelectuales leningradenses que ignorando la cultura oficial decían vivir en Píter (Petersburgo) pocos quedan hoy.

Al menos Brodsky y Dovlátov quemaron rápidamente su existencia dejando un destello que hoy ciega la grisura de una vida que los sobrevivientes recuerdan como una continua fiesta.Dovlátov nació a los pocos meses de iniciarse la guerra, en 1941, en Ufá, donde su madre se encontraba evacuada.

Ciudad donde, por cierto, se hallaba refugiada la Pasionaria con la cúpula del PCE, y también el escritor Andréi Platónov quien, como le gustaba creer a Dovlátov, expresó un día su admiración por aquel robusto bebé en su cochecito que era Seriozha.

El niño creció y el joven de enorme estatura y aspecto imponente, hijo de actriz retirada y guionista de varietés, pasó por la facultad de filología, donde duró poco, para ir a parar a la "mili". Le tocó servir en el cuerpo de guardias de campos de trabajo. Quien sabe si por sus aparentes cualidades físicas o porque el muchacho prometía, es decir tenía muchos puntos para que lo encerraran, lo cierto es que fue a parar a un campo.

La experiencia penitenciaria marcó al futuro escritor que por entonces, como muchos jóvenes rusos, jugaba con las rimas entre el lirismo y la ironía (como hoy se puede ver por la correspondencia con su padre, recientemente publicada). En las cartas, entre los "...estoy bien, mándame dinero..." ya aparece dibujado el estilo, breve, concentrado, con un humor teñido de lacónico sarcasmo, y el deseo entre etnográfico y visceral de contar lo que ve, de trasladar al papel una experiencia poco común, entre absurda e inquietante.

Lo que sería Zona, publicada años más tarde fuera del país, son unos cuadernos que lee a sus compañeros donde el mundo fantástico y abominable adquiere un tratamiento cotidiano y donde ya se dibuja claramente el leit-motiv del autor: nada distingue la vida de dentro del de fuera del campo de trabajo correccional; las alambradas de espinos se extienden a lo largo de las fronteras de la URSS; verdugo y víctima, preso y centinela son a la vez objeto y sujeto de la misma sinrazón.

Son variantes del mismo patrón, el pueblo ruso, sometido a un experimento abominable y portentoso; un hombre ruso, sea el que fuera, al que el destino, el azar, la más pura casualidad colocan a un lado u otro del alambre de espinos. Tal es así que en el último relato que escribe -El viejo gallo asado en barro- regresa al tema.

El mundo se aparece al narrador como un rico y confuso paisaje que el autor intenta narrar y en el que se pretende situar. Y el gran problema no es "el qué", ya sea el campo de trabajo, su profesión de periodista, su fabulosa familia o la vida neoyorquina de un emigrado, sino "el cómo": cómo narrar un mundo indescifrable, que raya la locura, como entenderse con él y en él. Si el mundo es absurdo, al menos debe tener una lógica, una coherencia que ordenará la trama de la narración.Todas sus obras tratan de plasmar este imperceptible "cómo".

Ya sea El compromiso, Las montañas de Pushkin, La maleta, La extranjera, Filial o su inacabada Nevera.

Son ciclos de relatos en los que a fragmentos, a golpes de pincel, se forja frase a frase un texto que renace cada vez en su lectura en voz alta.Tras la casi obligada emigración, la fama le llegará con la "perestroika", cuando su obra puede por fin publicarse en la URSS. Pero él vive ya hace años en Nueva York, o mejor dicho en un barrio de emigrados rusos, la mayoría, como él, con algo de judío...

De allí al lector ruso le llegan los trazos breves y ensamblados de sus relatos, y al oyente de Radio Liberty (Radio Svoboda en ruso) fragmentos ácidos y pausados de la vida que su voz grave traza con parsimonia.

Oyendo, de entre los crujidos de la radio lejana -y más tarde de entre las hojas de sus libros que los piratas rusos reproducen sin cesar- la voz profunda y serena de un narrador genial que se impone el rigor del contador de cuentos, nos llega el eco confeso de un Chéjov, o de alguien muy parecido que tras pasar unos años vendiendo cigarrillos en un pueblo perdido de Indiana, o trabajando en una oficina de correos de Winesburg (Ohio), parece haber vuelto a su Rusia natal, para al fin salir huyendo y morir no ya en el hotel de un balneario alemán, sino en una ambulancia que aullando en medio de un atasco neoyorquino ya nunca llegará al hospital.

R. San VicenteBarcelona, junio de 2009

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