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miércoles, 15 de julio de 2009

Blogia,blogomanía por Norma Segades. Página Literaria

Balance de primavera.( Para España)

Por Norma Segades – Manias

Página 1 -

Quienes insistimos en continuar ejercitando el estéril oficio de la palabra poética ante una sociedad globalizada, inarmónica, distanciada de nuestros principios éticos y estéticos, no podemos dejar de reflexionar acerca de la utilidad o inutilidad de la tarea emprendida.
Sabemos que resulta ocioso cuestionarnos tanto sobre los desencuentros entre poetas y lectores o encender la nostalgia atizando aquel antiguo concepto de alimento, redención, continente salvífico en donde refugiábamos soledades, tristezas, temores, esperanzas.
Porque de nada vale continuar denunciando la indiferencia que nos rodea cuando, en definitiva, no vivimos otra vida que esta adictiva búsqueda interior donde acontece la palabra que conmueve, que provoca, que sorprende, que impresiona… la palabra que nos pone en contacto con nosotros mismos o con los demás.

Esa cualidad vital de comunión que la torna eminentemente peligrosa y a la que se debe silenciar de una u otra manera.
Continuar en el oficio es una opción, una elección de vida, el libre ejercicio de la voluntad. Porque el espacio de encuentro con los otros que somos no se alcanza merced a lamentaciones, demandas o indulgencias; se conquista luchando, persistiendo, fundando, proponiendo, edificando convicciones, aunque debamos hacerlo desde estas apremiantes coordenadas de la pasividad y los despojos.

PÁGINA 2 – Nuestra poesía

Era el tiempo

Era el tiempo
en que la luna caía
degollada en los brocales
cuando guardé mi llanto
en aquel cuarto
que olía a azahares, a naftalina
y a cáscaras de naranjas secas.
Era el tiempo
en que los niños
existían como ángeles
o fantasmas quietos
o dormidos
y los grandes se secaban el vino
de los labios con la manga del saco
y cantaban esas canciones
donde siempre una novia italiana esperaba
y sin embargo sonreían sin llanto
aunque la voz se les quebrara
como una rama seca.

Jorge Isaías (Los Quirquinchos-Santa Fe/Argentina)

Oigo cantar al mar

oigo cantar al mar
y lo acompaño

el mar habla de luz del sol
y yo soy un acorde hecho de sombras

máscara y máscaras
no tengo rostro no dejo rastro

voy donde quiere el mar
en la noche sin alma

no tengo clave de sol para abrir
pero acompaño

soy lo que quiere la muerte
en el fondo


Rubén Vedovaldi (Capitán Bermúdez-Santa Fe/Argentina)

La abuela en Salta
(San Luis 766)

La trenza en la nuca
inclina la frente, las pestañas;
un sillón veneciano
hamaca sus faldones
con flecos en la espalda.

Mira, con párpados pesados,
la semiluz del vidrio de la sala.
A veces...,
entre paredes estrechas
teje escarpines celestes
con telarañas blandas.
Luego...
camina descalza, en dirección a la penumbra,
(deja mecer el horizonte de sus sueños).

Las sandalias ya no suenan;
el gato blanco enreda sus tejidos.
¡El grito es tan fuerte...,
se asustan los cangrejos!
Los pasos ya no pesan
ni pisan las alfombras.
Los postigos se entreabren.
¡En el jardín de los naranjos,
vuelan las gaviotas!

Fanny Trainer (Rosario-Santa Fe/Argentina)

Del respeto

Porque soy parte de la espiga y la nube,
No puedo no respetarte...
Porque soy parte del silencio y la estrella,
No puedo no respetarte...
Porque soy parte de la sangre y del tiempo,
No puedo no respetarte...

Parte del conocimiento y del cansancio,
Parte de los días y de los ríos,
Parte del amor y de las glicinas,
Parte de las tierras y los esfuerzos,
Parte del clima y de los nombres...

De la mudanza y de los cuerpos,
De las piedras y la sinceridad,
Del trabajo y de los insectos,
Del mar y las claridades,
De la pasión y de los árboles...

Y de los tejidos y de las palabras,
Y de los pensamientos y del sudor,
Y de paisajes y del llanto,
Y de la línea...

Porque soy parte
De la vida...

No puedo
No respetarte.-

Horacio Rossi (Santa Fe/Argentina)

La tarde y yo

la tarde apoya su voz sangrienta y moribunda en mi espalda que se arquea
y me prodiga maldiciones
me amenaza con no poder olvidar
jamás los siglos de vida que me encadenan
a esta tierra
donde también ella esta encadenada.
Los recuerdos se amontonan
en los ojos y los oídos
la voz de mi madre
y de mi hijo
las voces de todos
los que me rozaron apenas
sin dejarme al menos una caricia
y a quienes
no pude acariciar siquiera
y menos aun
retener conmigo.
La tarde desolada
maldice mi vientre
y mi inocencia
me censura
y me expulsa fuera
de la primera madrugada
ajena al mediodía vital y enfurecido
me presume cobarde ya
después de tantas valentías vanas.
Las dos morimos
cada día
después de intentar
en un esfuerzo último y repetido
abarcar el cielo
ser luz
desaparecer las sombras
desquiciar la noche
sin esperanzas de permanencia
con la absoluta certidumbre
de volver a morir
después de cada intento,
para ser sombra
noche
grillo solo
perdido en la inmensidad de una llanura vacía
con la voz sostenida en grito monótono
que nadie entiende.
La tarde me aprieta la garganta
con sus rayos agónicos
vomita sortilegios
para que no volvamos
a nacer mañana
para
de una vez por todas
no vernos más.

Mabel Zimmermann (Rafaela-Santa Fe/Argentina)

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