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sábado, 18 de julio de 2009

Una biografía NO astorizada

Quiere decir que sus saberes parciales se potenciaron...

GILBERT:
Capaz que si hubiera completado su ciclo escolástico hoy no sería el gran compositor que es, sería uno más, porque el malentendido es la fuente que hace avanzar todo el tiempo a la cultura: Schönberg crea el sistema dodecafónico porque tiene la esperanza de salvar a la música occidental garantizando su unidad y lo que termina haciendo es disolverla.

¿Y cuál es el caldo cultural que había para que surgiera alguien como Piazzolla?

FISCHERMAN:
San Genaro, milagro. No sé, como Borges...

GILBERT:
Buenos Aires está todo el tiempo discutiendo su lugar en la tradición y su lugar con respecto al centro, creo que la dialéctica centro/periferia está colocando todo el tiempo personajes extraordinarios con muchísima dificultad de proyección interna pero con obras cuya importancia excede su lugar de origen. Con un mercado más que restringido y sin libertades garantizadas –te cortaban el pelo, te cagaban a trompadas–, acá todo se hace con una enorme cuota de esfuerzo y es una contradicción permanente, porque esa adversidad te da fuerza pero a la vez constituye un límite.

¿La relación de Piazzolla con el jazz es también un malentendido?

FISCHERMAN:
Yo diría que su saber sobre el jazz es un gran malentendido que, al mismo tiempo, le permitió un margen de originalidad y de swing que nadie tenía... El tipo escucha un sonido de época, y escucha lo único que le podía servir. Si hubiera querido ser un músico de jazz, tal vez sólo hubiera sido un engendro: él toma una idea de swing, de avance y de solo.

Si bien nunca tuvo un gran dominio de la escritura polifónica ni de la estilística, tiene en la escritura algo que remeda el solo del jazz, esa idea de creación espontánea que no la tiene nadie más que él en el tango: no usa la armonía ni el tipo de frase del jazz, pero sí cierta cuestión angular y de voces independientes que juegan entre sí.

Por otro lado, es muy interesante que los únicos que valoraban su música acá, en Argentina, eran quienes provenía del jazz y lo veían como una esperanza blanca, porque su música tiene swing, tiene solos, tiene riesgo, es virtuosa y encima suena bien. Yo te pongo la grabación en vivo del ’63 del Quinteto de Piazzolla tocando en la radio y no lo podés creer, porque en el ’63 no había dos grupos en el mundo que tocaran así, y los músicos se daban cuenta.

¿Y dónde se nota especialmente su sello personal?

FISCHERMAN:
La marca que queda de eso es el papel que tiene la interpretación: si Piazzolla toca un tango de Troilo ya no es de Troilo, es de Piazzolla, lo mismo que sucede cuando Charlie Parker toca un tema de Gershwin; en cuanto al bandoneón, él toca también de una forma que no toca nadie: por empezar, todas las notas que toca son sincopadas, todos los acentos aparecen desplazados, toda su música parece adelantada, corrida, lo cual le da mucho swing, eso más sus tipos de variaciones, los dibujos melódicos y su forma de acentuar.

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